lunes, 25 de febrero de 2013

EDUCAR en VALORES

EDUCACIÓN en VALORES
Para hablar sobre lo que entendemos por educación en valores, primero debemos comprender bien, ¿Qué son los valores? Pues como su palabra lo dice, es algo que tiene un significado (un valor) para el ser humano, es un bien que responde a las necesidades o aspiraciones humanas; de este punto partiremos al decir que un valor, cobra mayor importancia en cuanto logra mayor utilidad para el hombre y por cuanto puede alcanzar su felicidad.
El valor es un elemento que integra al ser humano a la sociedad, buscando la convivencia sana y armoniosa con todo lo que lo rodea; la educación, el trabajo, el ámbito religioso, los vecinos y la familia, son fundamentales para la transmisión de estos valores y la mejor forma de hacerlos es practicándolos.
“Las palabras convencen pero los ejemplos arrastran”, señala un dicho popular, pues el saber mucho de justicia por ejemplo, no quiere decir que seamos justos… de lo anterior podemos notar que la ausencia de valores en nuestra sociedad es porque no se practican. ¡Quién no conoce el significado de la paz, la honestidad, la libertad, la caridad, la bondad, la nobleza, la sinceridad, la gratitud, el perdón, la compasión, la amabilidad, el respeto, la responsabilidad…! Si comenzamos cada uno de nosotros, practicando los valores que conocemos, respiraremos un ambiente distinto.
Particularmente la familia, se convierte en el principal vehículo de transmisión de valores, en ella es posible arraigarlos desde los inicio de la vida, ya que la personalidad del individuo y su proceso de socialización se logra en los primeros años; facultándonos como seres humanos a crecer en dignidad, recordando que el generador de todo valor es nuestro padre celestial que nos pauta a seguir y a no distorsionar, un modelo familiar que Dios mismo ejemplifico en la Sagrada Familia de Nazaret.
Que tarea más complicada se volvería, si desde nuestro propio seno familiar, distorsionamos nuestros propios valores humanos por no practicarlos, ¿Podríamos hablar a nuestros hijos o hermanos, del respeto y la paz, si al menor desacuerdo reaccionamos con impaciencia o agresividad? De esta forma, por pequeño que parezca el ejemplo, estaríamos predicando o educando, un anti valor por encima de un valor y lo veríamos reflejado, en la agresividad de quienes toman ejemplo, regularmente los más pequeños.
Es importante hablar, enseñar, discutir y reflexionar constantemente sobre valores; pero más importante es practicarlos. Educar en valores significa practicar lo que sabemos de ellos, un buen comienzo es, el lugar en que nos encontramos, un salón de clases por ejemplo, el lugar donde trabajamos, el bus, la cafetería, nuestra comunidad, etc. Recordemos que siempre hay alguien que nos está observando y aunque no digamos nada, nuestros actos son el reflejo de lo que somos.
Los valores se transmiten en la calidad de nuestras relaciones con las demás personas.

sábado, 23 de febrero de 2013

LA PALABRA DIVINA Y HUMANA

LAS TRES FUNCIONES DE LA PALABRA COMO PARTE DE LA REVELACIÓN DE DIOS

La facultad de hablar es lo que identifica al ser humano y lo diferencia de los otros seres en la tierra. Palabras y lenguaje son elementos que integran la existencia humana. La semejanza del hombre con Dios está en la palabra y en la capacidad de escucharle, de meditar y de responderle.  
La palabra es el lenguaje que se da entre Dios y el hombre, para comprender el dialogo que hay entre ambos, es necesario distinguir tres funciones básicas del lenguaje humano: la función de informar, la función de expresar y finalmente la función de llamar. Es posible comprender la revelación de Dios a través de la relación mutua que existe entre ellas. “Dios habla en la sagrada escritura por medio de hombres y en lenguaje humano…”(dv12)
La función informativa de la palabra es la relación que se da entre el mundo y su naturaleza a través de una dimensión histórica que narra hechos, cosas o sucesos es decir son relaciones humanas y sociales en el mundo. Las obras que Dios realiza a través de esta dimensión histórica hacen que la revelación sea más objetiva y apropiada para el entendimiento humano.
La función expresiva de la palabra, es la que comunica o manifiesta algo de su propio ser, emociona, envuelve, libera; incluso, cuando se relata o se informa, expresamos nuestra interioridad y sentimientos. Al narrar las obras que Dios realiza, entramos también en una dimensión expresiva que trasciende del ser humano, poniendo en actividad, la fecundidad divina en la participación humana.
La función de la palabra a través del llamado, es la que se esconde en el fondo de toda comunicación autentica, llama a un dialogo intimo que implica una respuesta en acción y entrega a la comunión entre el “yo” humano y el “tu” divino. Es la capacidad de encontrar la plenitud en la aceptación de la palabra.  
El enlace mutuo de las tres funciones, permite encontrar el verdadero sentido de la palabra, que se vuelve un dialogo amistoso entre Dios y el hombre. Entonces la revelación es la palabra personal de Dios, palabra divina que se hace palabra humana. “…como en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomando la carne de la debilidad humana, se hizo semejante a los hombres”. (dv13)
La revelación divina es la manifestación que Dios hace de sí mismo, se comunica, se expresa y nos llama amorosamente a través de sus obras. Dios al revelarse se nos abre, se nos entrega, se dona a sí mismo, pactando una comunicación de vida divina, identificada en la persona misma de Jesucristo que nos brinda la vida plena.
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.html